Se prometió nunca más tomar su mano.
Cerró la casa y puso pestillo a las ventanas.
Gritó que el cielo ya no era rojo.
Gritó que el mar no era tan fuerte.
Cerró la casa, olvidó el jardín y a los pájaros.
Le dijo que fuera feliz y que marchase en paz.
Le dijo que su piel ya no era tan suave, ni sus ojos tan brillantes.
Cerró la casa y no dejó entrar la luz.
Susurró a su oído que el té de mango se había acabado.
Susurró a su oído que la voz se había quebrado.
Cerró su casa y no miró más las estrellas.
Se dijo que el piso crujía menos.
Se dijo que el respiro fue efímero.
Cerró su casa, quedó afuera la templanza.
Le dio una sonrisa y afirmó tranquilidad.
Le dio una sonrisa y achicó los ojos al verlo girar.
Cerró la casa, negó una nota.
Escribió en el muro la última canción.
Escribió en el muro la última palabra.
Cerró la casa, no siguió sus pasos.
"Compró venditas y las puso donde más le dolía, donde más le costaba sanar"
*Gracias Javier Barría