domingo, 9 de septiembre de 2012

Plenitud.

Podré pasar los días en mi banquita, mirando la vida pasar o tomando en mis manos la oportunidad. 
Con el libro frente a mis ojos y el pasto de allá atrás, el sombrero mirando el cielo mientras el viento corre y nos deja caminar. Cada uno por su lado con la sonrisa enfocada esperando el momento de atacar y separar los dedos en el gesto inicial. 
Aparece el humo, las carreras y las interrupciones, pájaros volando y engañando, gritos bajos en espera de algo más que solo llevan continuas risas. 
Tú cigarro, el fuego, Stalin y el voto omitido. El vaivén y el oído, junto con un café y las letras sin empezar. El día a día y yo, ahí, en la mesa. El día a día y yo, ahí en el pasillo.

La duda que dio paso al empuje, la duda como motor, la duda como base para algo más. Y el Avanzar y crecer, aprender y entender que la vida es plena y que soy yo, que la sonrisa lo unifica todo, que la felicidad trae suerte.
Y canto, con todas mis fuerzas, dar paso al sea lo que sea y sacar del alma en un grito las recetas para no ser yo la que se pase la vida sin que la vida pase a través de mí. Y despertar todos los días con energía, y simplemente despertar para poder ver así lo que antes no abarcaban mis ojos... ver todo, ver lo que realmente importa.



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